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Benedicto XVI se despidió de sus fieles en San Pedro para abandonar este jueves el Vaticano

El papa Benedicto XVI mostró este miércoles su lado más humano y emotivo ante unas 200 mil personas que se acercaron a la Plaza de San Pedro para despedir al pontífice en su última audiencia general, un día antes de hacer efectiva su renuncia a la silla de Pedro. 

Ante el pórtico de la imponente Basílica de San Pedro, los purpurados, sentados en sillas y de cara a la plaza, aguardaron la llegada del pontífice, de 86 años, mientras una muchedumbre agitaba banderas de todas las partes del mundo y coreaban "Benedicto, Benedicto" en la plaza períptera proyectada por Gian Lorenzo Bernini entre 1656 y 1667. 

Otros prefirieron rezar el rosario, en suave murmullo, a la espera del papa. 

Cuando el papa, blanco impoluto, apareció a bordo del papamóvil, la ovación fue tan general que hasta las palomas y gaviotas que revoloteaban sobre la explanada cambiaron el rumbo de su vuelo. 

Benedicto XVI recorrió junto a su secretario particular, Georg Ganswein, la gran explanada para acercarse más a los fieles y peregrinos que trataban de inmortalizar con sus cámaras el momento, ciertamente histórico, y con una parada puntual para coger en brazos a un recién nacido y bendecirlo. 

Después, la alocución del papa alemán, tan íntima, tan cercana, tan confiada con los allí congregados sumió a los peregrinos en un profundo silencio, roto de vez en cuando por fuertes aplausos ante las sinceras y sencillas palabras pronunciadas con voz trémula por Benedicto XVI. 

El papa relató cómo se sintió en su pontificado, en el que reconoció que tuvo momentos de contrariedad y cómo su decisión de renuncia no la tomó por motivos particulares, sino por el bien de la Iglesia. 

"No abandono la Cruz", dijo y fue largamente aplaudido por casi todos, cada vez más emocionados, mientras el papa sin inmutarse aseguraba que "la Iglesia está viva". 

A medida que el papa avanzaba en su discurso sobre el proceso de su renuncia el silencio se tornaba en clara conmoción de los allí presentes. 

"He dado este paso conociendo su profunda gravedad y novedad, pero con un ánimo sereno", afirmó y habló de la barca de Pedro que sólo el Señor la conduce. 

Al finalizar su discurso, los presentes aclamaron, aplaudieron, nombraron, ovacionaron al papa durante largos minutos, y muchas de las gentes, lloraban. 

Poco a poco la plaza se fue despejando a la espera de que este jueves Benedicto XVI salga del helipuerto del Vaticano para dirigirse a Castel Gandolfo a las cinco de la tarde (hora Italia).
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