Venezolanos se enfrentan a una inflación mayor a 720%
ELVICTORIANO.COM.VE - Venezuela se encuentra en un momento histórico tan lamentable, que lo único medianamente estable es el crecimiento de la inflación. No ha habido política económica que logre parar el fenómeno, ni aumentos de sueldo que ayuden a los venezolanos a tener un poder adquisitivo decente.
Nicmer Evans, director de la consultora Visión 360, estima que la escalada general de precios se ubicó en 720% en 2016, y asegura que el país ya entró en un proceso hiperinflacionario.
Los precios de los alimentos se dispararon 1.080% el año pasado mientras que la inflación general se ubicó en 720%, de acuerdo con las estimaciones de la firma independiente Visión 360 Consultores, cuyos directivos no dudaron en señalar que ya el país entró en la senda de la hiperinflación.
“Creemos que es una cifra muy acertada y una de las más ponderadas entre todas las que se han arrojado, algunas de las cuales estiman que la inflación general fue de 1.300%”, acotó el politólogo Nicmer Evans, director de la consultora durante la presentación del estudio “Impacto de la escasez de alimentos y medicamentos sobre el venezolano en 2016”, un análisis documental y cualitativo de los dos más importantes indicadores socioeconómicos del país.
La cifra de la inflación estimada por Visión 360 no está muy alejada de los datos preliminares del Banco Central de Venezuela (BCV), publicados por Reuters, que dan cuentan de una inflación de 799,9% el año que concluyó, mientras que la contracción de la economía fue de 18,6%, la más alta de la que se tenga memoria.
Evans destacó que aun cuando no existen datos oficiales, basaron sus estudios en análisis propios y proyecciones sustentadas en las últimas estadísticas oficiales reveladas y datos de organismos internacionales, lo que permite señalar que desde 2015 había serios indicios de que el país se dirigía por el despeñadero de la inflación a pasos agigantados.
Según el estudio, en 2016 las importaciones de alimentos, bebidas y tabaco sumaron 2.897 millones de dólares, una caída de 50% frente a los $5.793 millones del 2015, cifra que a su vez fue 29% menor respeto a los $11.221 millones importados en 2014.
Esta contracción sería en parte responsable de la crisis de abastecimiento que sufre el mercado, a lo que se suma que, según datos de la Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos (Cavidea), de los 13 principales rubros que se producen en el país, 12 tuvieron caídas que van de -74,9% (avena) a -1,7 (sardinas), mientras que el único rubro que repuntó fue salsa de tomate (6,9%).
Evans señaló además que aunque no se tienen datos sobre pobreza extrema, es evidente que la cifra ha superado con creces los 3,1 millones de habitantes reflejados por las cifras oficiales en 2015; situación que dijo empeoró con el progresivo cierre de las casas de alimentación que pasaron de atender a más de 577.000 personas en 2013 a solo prestar ayuda a poco más de 279.000 venezolanos en 2015.
“Esta, que fue una de las políticas puntuales del gobierno de Hugo Chávez, ha sido disminuida por Nicolás Maduro”, dijo Evans, recordando que en 2015 se anunció el desmantelamiento del programa por la supuesta eliminación de la pobreza.
– Inmenso desfalco –
Por su parte, el economista Carlos Carcione, investigador del Centro Internacional Miranda y partícipe del estudio, señaló que si bien no existen datos concretos que permitan medir la situación real del mercado de medicinas, es innegable que el desabastecimiento de fármacos supera el 80% esgrimido por gremios del área, agregando que detrás de la escasez se esconde un inmenso defalco a la nación.
En este sentido, señaló que de acuerdo a data aportada por organismos internacionales y países que mantienen relaciones comerciales con Venezuela, entre 2008 y 2015 el consumo de medicinas en el país se mantuvo estable, pero contrariamente los precios se dispararon de manera alarmante para alcanzar en 2012 niveles que superan incluso los vigentes en el mercado mundial.
Data en mano, Carcione señaló que mientras en 2008 el consumo de medicamentos per cápita medido en moneda extranjera fue de $60, para 2011 llegó a $116,15. A partir de allí ha venido cayendo y se ubicó el año pasado en 65,09 dólares.
A modo de ejemplo, describió la situación entre Colombia y Venezuela: entre 2011 y 2016 y con una población de más de 48 millones de habitantes, el promedio anual de importaciones de fármacos en el vecino país fue de 880 millones de dólares, mientras que Venezuela gastó en promedio 2.890 millones de dólares, cifra tres veces superior para atender una población 35% menor y padeciendo la mayor escasez histórica de medicinas.
“Esta es la razón por la cual las cifras de importaciones de medicamentos no se divulgan, pues definitivamente habría mucho que explicar e investigar”, dijo Carcione, recordando que aún en su peor crisis histórica, Venezuela sigue siendo el mayor importador de fármacos de América Latina, algo que se explica por la destrucción de la industria productora.
El gubernamental Servicio de Elaboraciones Farmacéuticas (Sefar) pasó de producir 13,8 millones de unidades en 2012 a solo fabricar 714 mil unidades en 2015, caída que explica en parte el por qué en los hospitales públicos la escasez de medicinas superó el año pasado 76%.
Para ambos analistas, la fuerte escasez y crisis generalizada que vive el país no tiene relación con la caída de los precios del petróleo ni tampoco con la cacareada guerra económica, sino que obedece al defalco que se ha hecho al país.
En este sentido, Carlos Carcione recordó que se estima que más de 500.000 millones de dólares se evaporaron de las arcas nacionales en los últimos 10 años, lo que significa que un tercio de la renta petrolera fue sacado del país, añadiendo que el propio BCV reconoce la existencia de depósitos por $180.000 millones de venezolanos en el extranjero.
De otro lado, y tras señalar que la estrategia de distribución de alimentos a través de los comités locales de abastecimiento y producción (Clap) no está dando los resultados esperados, ambos analistas señalaron que es imposible alcanzar la meta propuesta por el gobierno de llegar a los 6 millones de familias que existen en el país.
“El gobierno busca con esta política que los sectores menos favorecidos no reaccionen”, dijo Nicmer Evans, agregando que la medida ha llegado tarde pues ya los usuarios no cuentan con dinero suficiente para adquirir las bolsas de los Clap, a todas luces insuficientes para alimentar a una familia durante un mes.
De allí que tanto Evans como Carcione no duden en afirmar que el país ya se encuentra inmerso en un proceso hiperinflacionario, con el desconsuelo que apenas estamos al principio. “Los precios suben todas las semanas o menos, y eso es hiperinflación”, acotó Evans.
Consultados sobre las alternativas para exorcizar este mal, el politólogo fue contundente: “frenar la hiperinflación requiere aplicar una serie de medidas que el gobierno no está en capacidad de asumir porque no tiene los recursos o no tiene la disposición para hacerlo”.
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