Cinco formas en que la cámara digital nos ha cambiado
La primera era una caja del tamaño de una pequeña cafetera con un casete insertado al costado.
Poca gente se imaginó cuando tomó su primera foto en 1975, que este prototipo de apariencia excéntrica estaría a punto de arrasar el mercado de las cámaras fotográficas y de convertirnos a todos en potenciales expertos en fotografía como Robert Doisneau o Henri Cartier-Bresson, registrando todo, de lo banal a lo bello, en nuestros teléfonos celulares.
Steven Sasson inventó aquella primera cámara digital en forma de caja para Kodak. Pero la compañía ha luchado por beneficiarse totalmente de su invención, y al hundirse los precios de sus acciones el año pasado, ha crecido la inquietud acerca de las perspectivas de la compañía.
Ahora, según Samsung, 2,5 mil millones de personas en todo el mundo tienen una cámara digital.
El advenimiento de la tecnología digital ha cambiado la cámara tradicional, pero su aspecto más revolucionario ha sido la llegada del teléfono con cámara fotográfica.
En 2011, las grandes noticias de última hora -desde la captura y muerte del coronel Gadafi hasta los saqueos en las revueltas del verano en Inglaterra- fueron capturadas en cámara telefónicas.
Pero cuando se juntó por primera vez la cámara con un teléfono, fueron vistos como una pareja extraña.
“Recuerdo que en 2001 Sony Ericsson presumió de un teléfono con una cámara enganchada”, dice Jonathan Margolis, un escritor de temas de tecnología para el Financial Times. “Al igual que todo el mundo, pensé ‘¿por qué querría un teléfono con una cámara?’”
Aunque las cámaras digitales independientes ya eran muy populares en 2005, fue el teléfono celular, y especialmente el teléfono inteligente el que llevó la fotografía digital a las masas.
El impacto en los fotógrafos profesionales ha sido dramático. Hubo un tiempo en que un fotógrafo no se atrevería a desperdiciar una toma a menos que estuviera virtualmente seguro de que funcionaría.
Margolis recuerda la historia de un fotógrafo que trabajaba en Berlín en 1939. El hombre tenía ocho placas fotográficas -ocho fotos- para usar en seis semanas de trabajo. “Estaba cubriendo una concentración de los nazis e iba la semana anterior para planearla como si fuera una película, asegurándose de lograr los ángulos correctos. Al final, de las ocho placas, obtendría cuatro fotos ganadoras de premios”.
Incluso cuando los rollos de fotos estaban en la cúspide de su popularidad, la fotografía podía ser un pasatiempo caro para un aficionado.
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